Aún quedan valientes que, a pesar del complicado momento que vive el sector, se lanzan a cumplir su sueño. Este es el caso del restaurante Zaga. En la conocida zona de Ponzano; más en concreto en la madrileña calle de Bretón de los Herreros, acaba de abrir sus puertas este restaurante cuyo foco es el producto de primera.
Zaga tiene un fin último desde que cruzas la puerta: disfrutar de una buena comida a un precio razonable y donde la importancia total se la lleva el producto.
De hecho, el nombre lo explica. Ser un zaguero es ser un defensor y Zaga, precisamente, defiende a ultranza el producto. Una de sus claves es la minuciosa selección de los mismo con el fin de obtener la mayor calidad posible en sus elaboraciones.
Ocupa el local donde otrora triunfó L’Atelier Belge. El estudio Kubo Ene ha sido el encargado de realizar una reforma completa logrando una estética sencilla y muy acogedora.
A nivel de calle, a la entrada, encontramos un espacio destinado a disfrutar de la barra, con mesas altas. Así, bajo el título “defensa en barra” nos ofrecen una serie de platos -tapas y raciones- para picar y compartir. Un plan ideal para el afterwork informal con amigos o compañeros de trabajo, tan típico de la zona con sello «ponzaning».
Tostas variadas, ensalada de pimientos asados en la casa, ensaladilla rusa como la de la foto, tortilla de patata, croquetas caseras, empanadillas de bonito con tomate o rejos de calamar al estilo de Santander son algunas de las opciones de esa cocina de toda la vida basada en el producto.
Si subimos las escaleras, nos encontramos con una sala luminosa y elegante, en la que entra en juego la «defensa en mantel”. Se ha optado por un espacio amplio, con una -ahora más que nunca- estudiada distancia entre las mesas.
La cocina, de base tradicional, incorpora además un plus de innovación. Y, siempre, la mejor materia prima como base de su propuesta. Su leitmotiv es recuperar los sabores de siempre, volviendo a platos de toda la vida, trabajados con sencillez y honestidad.
Entre sus entrantes destacan estas alcachofas a la brasa, el bonito en su escabeche, el pisto con patatas y huevo, unas originales berenjenas chinas con romescu o las anchoas de Santoña (en mantequilla en lugar de en aceite, tal y como las elaboraban primitivamente los primeros conserveros). Un must es el tataki de atún rojo con un sorprendente contraste de texturas y de sabores.
Completan su carta tartares como el de atún rojo ligeramente picante y el tradicional steak tartare; arroces que terminan en el horno Josper, excelsas carnes de La Finca y pescados del día.
El restaurante cuenta además con un reservado con capacidad para 14 personas perfecto para reuniones familiares o comidas de empresa.
Mención especial para la parte más dulce de la carta…
Tanto para los golosos, como para los que no lo son tanto, deja sitio para probar uno de los mejores postres de los últimos tiempos: una espectacular piña a la brasa al Josper con salsa de mojito y hierbabuena.
Si tu debilidad son las tartas de queso, estás de enhorabuena. La de Zaga es otra excelente opción para completar la velada.
En cuanto a a bodega, cuentan con una estudiada selección de vinos de más de 40 referencias de diferentes denominaciones de origen. Hoy nos decantamos por Montenovo de Valdesil, un godello redondo perteneciente a la D.O. Valdeorras.
