Sale a la venta «Abril 2020», una preciosa crónica creativa del confinamiento que ha saltado de Instagram al libro impreso gracias a un mecenas emocionado.
En la primavera de 2020, Lola Marina, jubilada anticipadamente (precisamente como consecuencia de la pandemia), residente en la pequeña localidad madrileña de Chinchón, quiso compartir en su perfil de Instagram el resultado de su propia vivencia del confinamiento: unas viñetas fotográficas de las figuras de arcilla blanca que fue modelando, cuyas biografías invitaba a escribir en los comentarios del perfil. Este acto de “generosidad gráfica” dio lugar a una inesperada serie de comentarios, interacciones y la sorprendente propuesta por parte de uno de los seguidores de inmortalizarlo en formato libro.
“En los primeros días del estado de alarma oí en las noticias que esa noche podría verse la llamada luna rosa, la luna llena más grande y luminosa del año, al producirse el punto de máximo acercamiento entre nuestro planeta y su satélite. Antes de acostarme miré por la ventana, el cielo estaba completamente cubierto. Una pena -pensé- con lo que nos gusta la luna llena a Ana y a mí no la podremos ver. A pesar de estar separadas, al mirarla, pensaría que ella estaría también mirándola y nos sentiríamos un poquito más cerca”.
Así comienza “ABRIL 2020”, el libro de viñetas fotográficas de Lola Marina para cuya edición impresa ella misma ha escrito la crónica creativa de su confinamiento en la casa-taller de Chinchón, que habitualmente comparte con su hija y de la que se vio obligada a separarse durante el estado de alarma. El libro reúne las escenas de un edificio de cartón también creado por Lola durante el confinamiento, habitado por toscas figuras de pasta blanca asomadas a sus ventanas, llenas de expresión y unidas por un denominador común: el retrato de la soledad compartida. Lola creó, por el mero placer del hacer, una serie de personajes muy heterogéneos en su hábitats personales: una mujer asomada por el tragaluz de una buhardilla (¿mirando la luna como hizo Lola?), una joven lectora, un hombre robusto con los brazos cruzados, una anciana con gesto dulce sentada frente a un patio de manzana…
«Cuando empezó a oírse hablar de contagios y posteriormente de pandemia y cuarentena algo cambió en nosotras. Miraba las publicaciones que se hacían y me parecían superficiales, innecesarias, ajenas a la realidad.” Por eso Lola decidió compartir el resultado de su improvisado hobby de confinamiento e invitar a la comunidad digital de La Tarlaca a contar lo que les inspiraban las escenas. Y, de repente, los comentarios empezaron a crecer, la gente se sintió inmediatamente reflejada en su encierro obligado, mirando nostálgicamente por la ventana, pero también aprovechando las oportunidades -si la salud lo permitía- que el parón daba para la
reflexión, el respiro o nuevas formas de conectar con otras personas.
Poco a poco fue creciendo un juego en el que Lola publicaba nuevos personajes y quien las veía les iba inventando historias, y el propio proceso se convirtió en una forma de compañía lejana; también para quien se veía obligado a trabajar sin descanso en ese extraño periodo: “en aquellos días de ajetreo y desplazamientos oníricos en calles y carreteras vacías, las publicaciones de La Tarlaca fueron un remanso”, reza la nota del editor, el empresario madrileño Víctor J. Guillén Sierra, dueño de un negocio de distribución de fruta que a menudo patrocina obras artísticas y que no dudó en proponerle a Lola publicar en un libro impreso sus escenas de Instagram para dejar
constancia tangible de ese momento y ese lugar virtuales (para él cargados de valor positivo).
Detrás de este libro hay una historia de interacción constructiva en las redes sociales, de verdadera conexión entre personas que, sin conocerse, decidieron apoyarse.
Una lectura emotiva y enormemente estética de un momento difícil que su editor ha querido llevar al terreno de lo matérico para que no se pierda en la prisa frenética de Internet.
Además de las viñetas y los escritos de Lola (que cuentan el proceso creativo y las trayectorias vitales inventadas de los personajes en un estilo sencillo y lleno de emocionante autenticidad), la edición incluye un kit de recortables para construir un edificio de cartón similar al que creó Lola, con sus correspondientes figuras para que quien lo adquiera continúe sus historias o invente otras nuevas, replicando en el mundo analógico lo que sucedió en Instagram.
“ABRIL 2020” es una crónica artística y personal de aquellos duros días y una muestra de la mejor versión de la creatividad. En lo que podría ser un cruce entre un cuadro de Hopper y las escenas de un tebeo, las viñetas fotográficas de Lola Marina tienen también un
cierto valor catártico, pues reflejan con sorprendente fidelidad la cotidianidad del confinamiento. En general, es una preciosa colección de soledades apacibles, desprovistas de tristeza pero sin miedo a despertar emociones.
DÓNDE COMPRARLO:
Compra online a través de la web https://www.libroabril2020.com
DONACIÓN:
Por cada ejemplar vendido se donarán 10kg de productos de alimentación a la organización
benéfica de Banco de Alimentos de Madrid
LA AUTORA:
Lola Marina (Madrid, 1957) es licenciada en Ha del Arte y Decoradora de Interiores residente en
Chinchón. Desde 2013 regentaba junto a su hija, la ilustradora y directora de Arte Ana G.Marina
un negocio de diseño y decoración llamado La Tarlaca. Lamentablemente en este año 2020 cesó su
actividad.
EL EDITOR:
Víctor J. Guillén Sierra es el administrador de GUILLÉN MERCA S.L. Empresa mayorista de frutas y
hortalizas. Gran amante del arte.